El cambio climático plantea desafíos sin precedentes para los sistemas de protección civil, la Gestión Integral de Riesgos de Desastres (GIRD) y las estrategias de adaptación en México. Los fenómenos hidrometeorológicos cada vez más intensos—tanto "normales" como "extremos"—incrementan los riesgos y afectan vidas, medios de subsistencia y el desarrollo sostenible, especialmente en contextos vulnerables.
México enfrenta retos significativos debido a su ubicación geográfica, vulnerabilidades estructurales, degradación ambiental y riesgos socialmente construidos. Aunque se han logrado avances, las políticas de protección civil son mayoritariamente reactivas y carecen de integración con escenarios climáticos futuros. La falta de alineación entre las leyes de cambio climático y protección civil, así como la fragmentación de estructuras como el Sistema Nacional de Cambio Climático (SINACC) y el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), dificulta enfrentar estos riesgos de manera coordinada e integral.
La falta de claridad en roles, recursos insuficientes y capacidades técnicas limitadas afectan la respuesta y la mitigación de desastres, especialmente a nivel local. Además, la eliminación de fuentes de financiamiento clave como el Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) y el Fondo de Prevención de Desastres Naturales (FOPREDEN), ha dejado a comunidades más expuestas. La urbanización descontrolada y las desigualdades socioeconómicas agravan aún más los impactos, afectando desproporcionadamente a mujeres, niños, personas mayores y comunidades indígenas.
Ante esta situación, México debe adoptar estrategias integrales y proactivas para reducir vulnerabilidades, construir resiliencia, y cumplir con sus compromisos internacionales.
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